sábado, 25 de febrero de 2012

3 durezas

A veces tengo la piel dura,

como una serpiente

que no dobla;

impermeable, intransferible,

ni siquiera de colores,

blanca y negra

como un fotograma mudo,

que no sabe, que no puede.

A veces tengo la piel tensa,

como un equilibrista

congelado en el centro

de la cuerda,

sus pelos descascarándose,

de a uno,

imperceptibles, impermeables.

A veces soy un roca con ojos,

que observa, que oye,

y lo peor: que piensa y dice,

que se sedimenta de a poco,

mientras parece

que no,

que es lenta, que es impermeable,

y que los golpes le son imperceptibles.

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