Hay alguien que se quedó mudo,
tapado de niebla gris y
subiente de riachuelo
que se quedó silencioso,
como el perdido de la ruta
o el anestesiado observador de lluvias.
Aseguran,
que no es incapacidad fisiológica,
que su lengua está entera,
roja y lista.
Simplemente parece que olvidó:
cómo eran
las letras,
cómo se enhebraban
unas a otras.
Otros,
dicen que el lenguaje,
lo olvidó a él y
que se desovilló de su lengua.
Nadie sabe cómo,
ni por qué.
Pero lo que si cuentan
es que todas las noches llora
como un nene,
el abandono de las palabras.
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